143 p., 14 x 20 cm, rústica / Narrativa / 1° ed. Resistencia, ConTexto libros, 2016.

ISBN: 9789877301755

Las cosas en general les pasan a otros. A los compañeros de trabajo, a un boxeador amigo del hermano, a los hijos. Influyen en los protagonistas de estos largos relatos, pero las cosas les pasan a otros. Y se cuentan en sordina, casi un rumor dentro de las acciones cotidianas, con un tono apacible, gobernado por la sutileza. Por momentos uno siente la tentación de emparentar a María Lobo con escritores de estilos muy diversos que no cuadran; quizá la comparación que más se ajuste provenga de otra disciplina: el cine de Lucrecia Martel. Hay algo perturbador, ciertos detalles que desencajan. Los títulos de todos los relatos son nombres de lugares, pero -salvo en elc aso de "Maestres"- los protagonistas ya volvieron de esos sitios o bien son otros los que van. El centro termina siendo San Miguel, sioempre, incluso si los protagonistas están en Buenos Aires o Ushuaia. Se plantea una tensión en torno a la capital tucumana, una tensión que rompe con prejuicios y estereotipos. Se maneja un realismo que no parece preocuparse por delinear un conflicto único y claro y todo transcurre en épocas recientes, sin eludir aspectos políticos. Santiago sigue la línea de Un pequeño militante del PO, el primer libro de María, que a muchos nos dejó con ganas de más. Uno llega a la última página, vuelve a hojear y sabe que una pronta relectura va a ser inevitable.

 

Santiago (10) // María Lobo

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143 p., 14 x 20 cm, rústica / Narrativa / 1° ed. Resistencia, ConTexto libros, 2016.

ISBN: 9789877301755

Las cosas en general les pasan a otros. A los compañeros de trabajo, a un boxeador amigo del hermano, a los hijos. Influyen en los protagonistas de estos largos relatos, pero las cosas les pasan a otros. Y se cuentan en sordina, casi un rumor dentro de las acciones cotidianas, con un tono apacible, gobernado por la sutileza. Por momentos uno siente la tentación de emparentar a María Lobo con escritores de estilos muy diversos que no cuadran; quizá la comparación que más se ajuste provenga de otra disciplina: el cine de Lucrecia Martel. Hay algo perturbador, ciertos detalles que desencajan. Los títulos de todos los relatos son nombres de lugares, pero -salvo en elc aso de "Maestres"- los protagonistas ya volvieron de esos sitios o bien son otros los que van. El centro termina siendo San Miguel, sioempre, incluso si los protagonistas están en Buenos Aires o Ushuaia. Se plantea una tensión en torno a la capital tucumana, una tensión que rompe con prejuicios y estereotipos. Se maneja un realismo que no parece preocuparse por delinear un conflicto único y claro y todo transcurre en épocas recientes, sin eludir aspectos políticos. Santiago sigue la línea de Un pequeño militante del PO, el primer libro de María, que a muchos nos dejó con ganas de más. Uno llega a la última página, vuelve a hojear y sabe que una pronta relectura va a ser inevitable.